En entrevista explicó que esa situación, además, ha dejado complicaciones a dos millones 600 mil pasajeros.
Una proyección hecha con cifras de años anteriores de la Cuenta Satélite de Turismo del Banco de México, arroja que entre septiembre y diciembre se habría registrado esa caída.
Al quedar varadas las aeronaves, también se dejaron de ofertar 13 mil 250 asientos de avión, lo que representa más de 30 por ciento de la oferta total de las líneas aéreas nacionales, es decir, 34 mil 671 asientos.
En forma paralela y de acuerdo con las cifras de la Dirección General de Aeronáutica Civil de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), siete mil 291 personas perdieron su trabajo.
De ellas, dos mil 508 son personal administrativo; mil 154, pilotos; mil 665, sobrecargos; 811, trabajadores de mantenimiento, y mil 153, de operaciones, además de que se calcula la pérdida de unos 18 mil 200 empleos indirectos.
En su momento, el cierre de operaciones de Mexicana representó 51 por ciento del total de pasajeros transportados por líneas aéreas nacionales tanto en servicios domésticos como internacionales.
Aunque las otras líneas nacionales como Aeroméxico, Interjet, Volaris, VivaAerobús y Aeromar han cubierto las rutas que dejó Mexicana sin servicio, los costos de los pasajes se han incrementado hasta en 15 por ciento.
Esto se debe, explicó Torruco Marqués, a que han tenido que iniciar operaciones que no tenían previstas económicamente, con costos de aeropuerto y sobreprecio en horas extras para tripulaciones y personal de tierra.
Sin embargo, toda esa situación difícil para el sector aéreo nacional no debe justificar que el gobierno federal ayude a saldar las deudas que provocaron el cierre de Mexicana, porque perjudicaría las condiciones de competencia equitativa de la aviación.
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